Cantos inolvidables

Benoît y Danielle Giersch (1953)

(Benoît) Tenía 18 años cuando descubrí a Lanza del vasto gracias a un libro de Jean-Marie Muller. Me fui enseguida a comprar la Peregrinación a las fuentes. Más adelante me encontré con un disco de los cantos del Arca que me horrorizó: ¡no era ni mi gusto ni mi cultura!  Pero he cambiado…

(Danielle) El descubrimiento para mí fue a través de Benoît ya que el primer regalo que me hizo fue el libro Principios y preceptos del retorno a la evidencia. Me sorprendió un poco el folleto de presentación de los campamentos de verano porque se pedía no llevar ciertos colores ¡como el kaki!

Vinimos al Arca, la primera vez, para un campamento de verano a la Fleyssière en 1974. Nuestro recuerdo principal es el de Chanterelle haciéndonos cantar. Estaba ya muy enferma. ¡Estos cantos del Arca están para siempre grabados en nuestras mentes y corazones!

Otro recuerdo es el de Shantidas, majestuoso, y sus charlas, siempre precedidas de un recordatorio y salpicadas de exhortaciones para ponerse rectos. Él mismo era impresionante por su nobleza y su estatura, daba casi un poco de miedo. La gente se acercaba a él cuando llegaba, pero impresionaba mucho.

Estudiantes de medicina los dos, notamos en el transcurso de las conversaciones, una cierta hostilidad a la medicina clásica en provecho de la naturopatía y la homeopatía, posición felizmente atenuada por Pierre Parodi. Esta experiencia dio paso a que animáramos durante algunos años un grupo de amigos en Alsacia, y estrecháramos nuestros lazos con las comunidades de la Promesa de la Alianza.

La última vez que vimos a Shantidas fue en Bonnecombe en 1980, hablaba de su nuevo proyecto de escuela artística. Nunca tuvimos un encuentro personal, éramos demasiado tímidos. Actualmente ya no concretamos más nuestro compromiso mediante una promesa, pero seguimos haciendo parte de la tribu del Arca.