Una figura cercana y paternal

Philippe Ferrand (1937)

Encuentro. Cuando mi madre y yo conocimos por primera vez la primera comunidad naciente en 1949, sólo tenía once años. Pero ya había leído artículos, estaba muy interesado por este proyecto, y lejos de desanimarme por la comida más que espartana a la que se nos invitó, enseguida sentí una fuerte llamada hasta el punto de saber que sería mi vida. Mi madre se hizo amiga del Arca en el grupo de Angoulême donde rápidamente encontré mi lugar y empecé a enseñar ejercicios del Arca cuando aún estaba en el instituto.

En 1951, la comunidad vino a representar la Pasión de Lanza en los jardines del seminario de Angoulême. Otro episodio que me marcaría. Shantidas era para mí un maestro espiritual, un maestro de vida que tenía las claves de la no-violencia y de los problemas del mundo. Lo veía poco, con ocasión de sus conferencias o de nuestras visitas, pero leía con regularidad las Noticias del Arca.

Para las fiestas de San Juan del 1953, una cincuentena de amigos del grupo de Angoulême alquiló un autobús para reunirse con la comunidad alrededor del fuego. Plegaria en la pradera con los recién casados del día: Yvonne y Jean-Marie le Lionceau. Fue aquel año cuando respondí con convicción a una pregunta de Shantidas acerca de mi futuro: “quiero convertirme en un compañero del Arca”.

Por navidades 1955, llegué pues a Bollène para unirme a la comunidad. Entonces figura lejana, Shantidas era ahora una figura cercana y paternal. Para mí que era huérfano de padre, era un encuentro inmenso: hallaba a un padre. Algunos dicen que no era paternal, que era demasiado rígido o duro. Nunca lo viví de este modo, siempre sentí muy al contrario una gran cercanía.

Compañerismo

Empezó pues un largo acompañamiento filial de 21 años. Con él y dentro de la comunidad, recibí una formación humana, cultural, espiritual y artística. Aprendí el trabajo de manos, los ejercicios espirituales, la vida cultural muy prolífica a través de las charlas sobre temas muy variados como el arte románico, los Cátaros…etc. Me gustaba el teatro que ponía en escena, el arte de cincelar que me enseñó, el canto… Estaba muy cerca de sus compañeros en aquellos tiempos. Eran él y Chanterelle que servían la mesa, por ejemplo. Nuestra relación con ellos era a la vez distante pues les tratábamos de usted, y realmente cálida y profunda como en una gran familia. Sentía una gran admiración por él a la vez que podía verle todos sus defectos humanos: sus iras, su lado autoritario, sus exageraciones varias. En algunas ocasiones le cuestioné en su papel de maestro espiritual y pensé abandonar el Arca cuando decidió bruscamente cerrar la comunidad del Moulin.

Con él sin embargo se era realmente co-creador. Así Shantidas guiaba los ejercicios por ejemplo, pero nos hacía partícipes. Compusimos el Gran Regreso juntos, lo practicábamos para ver qué fallaba. Lo mismo con las danzas sagradas compuestas por Gazelle. También, cuando lo del capítulo de 1975 que fue una auténtica co-fundación del Arca. Participábamos de estas fundaciones. Pusimos los textos al desnudo y los re-trabajamos juntos, era una verdadera colaboración.

Cuando Laurence y yo nos marchamos en 1976 para fundar Bethsalem, Shantidas me saludó diciéndome: “hijo mío, hermano mío…”, significando con estas palabras el paso de una relación de paternidad a una relación de fraternidad.