Una luz en la oscuridad

Paul Verhaever (1954)

Ponerle un título a este testimonio no ha sido fácil. Dudaba entre “una respuesta a una búsqueda de sentido” y “una luz en la oscuridad”. Finalmente, es esta última imagen simbólica la que he elegido, tal vez porque es más potente y más significativa de lo que he vivido.

En 1974… Tenía 20 años y estaba muy afectado por las violencias mundiales sobre todo la guerra del Vietnam que no acababa nunca, y también por la invasión de los soviéticos en Checoslovaquia en 1968. Sentía dolor por aquellas personas. Aquel año había empezado estudios en el Instituto de las Artes de difusión en Bruselas y uno de mis condiscípulos, Jean-Pierre Meurisse, me prestó un libro que le había golpeado y le había convencido de ir a hacer una estancia en una Comunidad de no-violentos, por allí en alguna parte del sur de Francia. Este libro que a mi vez devoré, era Principios y preceptos del retorno a la evidencia de un tal Lanza del Vasto, nombrado Shantidas o Servidor de paz por Gandhi en 1937.

Convencido por esta lectura acompañé Jean-Pierre durante el verano de 1974 a la Fleyssière, donde aprendimos durante una semana lo que era la no-violencia, no solamente desde el punto de vista teórico, gracias a las presentaciones y al testimonio de los compañeros y compañeras, sino también a través de lo que implicaba en el día a día. Fue allí donde me encontré por primera vez con Shantidas, un hombre que me dejó la impresión de un carácter fuerte como la roca, esculpido en los principios que había adoptado, y muy persuasivo… ¿Acaso no hacía falta alguien de tal temple para pilotar el barco llamado Arca? También me marcaría otra personalidad: el poeta y alfarero Arnaud de Mareuil quien me inició en la meditación.

Al año siguiente regresé, esta vez para realizar una estancia de quince días en la Borie-Noble. Fue entonces cuando pude vivir en lo cotidiano este compromiso con la vía de la no-violencia, no solamente como una manera de resolver los conflictos, sino también en su aplicación a la educación y enseñanza de los niños, y al ámbito de la agricultura (biológica)…etc. También aprendí que la Comunidad estaba muy comprometida con el Larzac y presente en muchas otras luchas no-violentas.

Con Shantidas y algunos otros compañeros y visitantes, nos manifestamos en la ciudad para apoyar a tres objetores de conciencia encarcelados. Allí pude conocer a un antiguo general de la armada convertido a la no-violencia: Jacques de la Bollardière. También fue gracias al Arca que mi fe se fortaleció (o se desarrolló), especialmente durante una velada de plegarias en el contexto de la renovación carismática.

En 1977, volví a la Fleyssière con algunos amigos. De regreso a Bélgica, el 30 de julio, pasamos cerca de los manifestantes en Creys-Malville. Al día siguiente nos enterábamos de la muerte de un manifestante, Vital Michalon.  Fue también en 1977 que volví a ver por la última vez a Shantidas que había venido a apoyar el nacimiento de una pequeña comunidad en las Ardennes belgas, disuelta algunos años más tarde.

¿Y hoy? Después de más de 40 años, puedo atestiguar que esta experiencia, esta enseñanza y mis encuentros con Shantidas y otros compañeros y compañeras han sido el origen de elecciones importantes  que he realizado en mi vida: miembro de los amigos del Arca durante varios años, objetor de conciencia, compromiso con la ecología política en concreto... Debo concluir este testimonio, pero no he acabado con la no-violencia ni con la fuerza de la verdad que la anima.